La vida desde que se habían separado se volvía rutinaria.
Clases, viajes en las mañanas, tareas, trabajos y pruebas ya se apoderaban de
sus días y consumían sus pensamientos la mayor parte del tiempo.
Alejandra cursaba octavo año básico cuando comenzó a notar
que existían otros seres humanos del sexo masculino en el mundo, y ya era casi
septiembre cuando descubrió que no estaba mal gustar de algunos de ellos (la
sensación de infidelidad autoimpuesta es bastante difícil de quitar, notaría
con este suceso). Uno de esos seres se llamaba Franco, era alto y flacucho, su
piel era pálida como la de Ricardo pero fuera de eso no se parecían en nada.
Según Alejandra, Franco estaba mucho más cerca de convertirse en un hombre que
el amor que había dejado en casa, eso recordando sólo la última vez que se
habían visto (nada hacía presagiar, de todas maneras, que años después ella
vería fotos de esa época y concluiría que tanto Franco como Ricardo parecían y
eran niños en aquél entonces).
Ricardo cursaba séptimo año básico cuando nació su segundo
hermano, a quien llamaron “Alejandro” porque él quiso que se llamara como su
mejor amiga. Y cursaba octavo año básico cuando notó que una de sus compañeras
de curso le hablaba más que las otras, se reía de todas sus bromas y daba la
impresión de querer compartir todo con él. Se llamaba Macarena y, para Ricardo, parecía manifiesta recién ahora
a pesar de haber estado muchos años en el colegio juntos.
Ricardo no había
encontrado nada especial en Macarena hasta ese año, en que un día ella, sin
avisarle, lo besó en la mejilla. Lo estaba felicitando por algo, probablemente
porque tenía las mejores notas, claramente no por un logro deportivo, esos no
eran su estilo. Y en ese momento supo que habían más niñas en el mundo, niñas
como Alejandra, no como sus primas o su mamá, sino que niñas que podían
gustarle como Alejandra y, más que eso, él podía gustarles a esas niñas, y
sería como los personajes de los libros que leía en el colegio. Quizá debía
darle una oportunidad a Macarena, quizá por un tiempo, hasta que volviera a ver
a Alejandra, y si no…qué más da, por lo que Ricardo sabía, Alejandra podía
estar en ese mismo momento teniendo su romance de libro con algún tipo, un tipo
que supiera jugar a la pelota y tuviera barba ya. Ricardo nunca se
permitió pensar que ese tipo también pudiera leer de corrido ni sacarse las
mismas notas que él, en algo tenía que ganar.
Alejandra dejó pasar el año 2003 sin pena ni gloria. Era verdad,
Franco era guapo y tenía ese aire de persona conflictuada que decidía sonreír a
pesar de todo, que hacía que Alejandra quisiera tenerlo entre sus brazos y darle
todo el cariño que necesitaba cada vez que lo veía, pero no era suficiente. Ella
nunca le habló de aquello, él siempre creyó que eran sólo amigos, y así fue.
El año 2004 se iniciaba una nueva etapa en la vida de
Ricardo y Alejandra. Empezar la enseñanza media, lidiar con la pubertad
directamente y entrar en la difícil etapa de la adolescencia no hizo más que
alejarlos uno del otro.
Ricardo entró a primero medio con un corazón totalmente
nuevo que no parecía suyo. Macarena había entrado a su nuevo colegio con él
pero ya no se hablaban mucho, desde la
fiesta de finales del año pasado que el conocería el resto de su vida como “el
desastre del 2003” ¿por qué desastre? Bueno, en resumidas cuentas, ella lo
besó, él no consideró que el beso fuera muy satisfactorio y su boca lo traicionó
al terminar el beso con un claro “qué fome” que no pudo frenar. No estaba acostumbrado
a mentir, y la verdad es que había conseguido más emociones ensayando con
manzanas que con los labios de Macarena. No quería herirla, pero no pudo hacer
nada para evitarlo, así que ahora debía vivir con las consecuencias de verla
constantemente en el colegio y soportar su mirada de infinito desprecio hasta
que lo olvidara, o se cambiara de colegio, o alguno de los dos muriera, lo que
pasara antes.
Alejandra entró a primero medio en un nuevo colegio, en una
nueva ciudad, distinta de aquella en que ella vivía, lo que le dio un aire
de madurez e independencia que no había experimentado con anterioridad y con el
cual no sabía lidiar, vivía constantemente entre la felicidad infinita por
estar creciendo, y el miedo insoportable por estar creciendo. La música fue su
gran ayuda en ese proceso. En su cumpleaños número 14, su mamá le había
regalado un discman que leía MP3. Nunca había agradecido tanto un regalo, fue
lo mejor que le habían entregado en la vida. Lo primero que hizo fue grabar
incontables discos con música de bandas como Radiohead, Linkin Park y
Evanescense y guardarlos en un estuche que pronto se convirtió en su posesión
más preciada. Viajaba a todos lados con ese estuche, al colegio todos los días,
viajes familiares, cuando iba a ver a sus primas, dondequiera que fuera
Alejandra, Su estuche de CD’s iba con
ella.
El año 2004 fue un año de descubrimiento personal, así que
Alejandra se sorprendió cuando lo vio pasar sin haberse “enamorado” siquiera
una vez. Un par de compañeros no pasaron desapercibidos en su radar de “wachones”
como se les conocía en aquellos años a los hombres que eran más guapos que el
resto, pero nada pasó de sus ojos a su corazón. Lo único que parecía mostrarse
abierto al romance y a la acción de una vida llena de aventuras, eran los
libros de Harry Potter que devoraba sin cesar desde hacía algunos años.
Alejandra seguía ávidamente las aventuras de Harry y sus amigos (en especial de
Harry y su amiga, Hermione), pero aquello, también, terminaría por
decepcionarla.
Ricardo no quería volver a saber de las mujeres, desde el
declive de Macarena, existieron un par de otras compañeras que habían atrapado
su atención pero todas tenían algún defecto, hablaban muy fuerte, o no hablaban
lo suficiente, lloraban mucho, lo hacían pasar vergüenzas en su casa al
llamarlo a horas poco adecuadas o no tenían ninguna consideración con el hecho
que aún tenía que tratar de sacar buenas notas. Las mujeres significaban puros
problemas y todas eran iguales. Llegado el nuevo año, tenía expectativas respecto de todo; colegio,
familia, amigos nuevos, todo excepto romance.
Comenzando el 2005, Ricardo y Alejandra no pensaban en el otro en absoluto, sus vidas habían tomado rumbos distintos, a veces se recordaban en conversaciones familiares donde sus padres comentaban alguna locura que habían hecho juntos en su niñez, todo parecía haber sido hace tantos años atrás que ni siquiera parecía ser su propia vida, y todo recuerdo se esfumaba rápidamente para dar lugar a pensamientos presentes, sobre cosas que pasaban en ese momento, sobre la vida que importaba ahora, no la de antes.
Una tarde de mayo, Ricardo había descubierto la magia del
internet en su casa. Siendo sus padres ingenieros en comunicaciones, era
bastante extraño ser prácticamente la única casa que no tenía conexión a
internet en el barrio. Sus compañeros llevaban semanas hablando de este nuevo
sitio llamado “fotolog” en el que podías inscribirte y subir fotos de lo que se
te ocurriera, le pareció una buena página para comenzar a usar el internet en
su casa, tipeó la dirección del fotolog de su curso y se perdió viendo las
fotos un par de horas, hasta se volvió aburrido y retornó a sus actividades
usuales con el computador, jugar a programar y a buscar cosas en google.
Ese día, en la once familiar, su madre volvió a traer a
colación a la familia de Alejandra, cuán buenos vecinos eran y cuánto Ricardo
quería a Alejandra (lo suficiente para pelear por que su hermano menor tuviera
el mismo nombre que la niña). Esa conversación podría haber pasado sin pena ni
gloria para los padres de Ricardo, pero definitivamente no para él, quien no
pudo dormir esa noche pensando en cuánto quería a Alejandra y qué había pasado
con todo eso ¿se había ido? ¿estaba escondido? ¿lo había roto con la
cuasi-relación con Macarena y los otros amoríos que había tenido con otras
compañeras? No habían significado nada de todas maneras, con Alejandra todo era
diferente, era más fácil ¿la extrañaba? Si, la extrañaba. Fue ahí cuando
recordó la nueva página de la que hablaban sus amigos ¿ella tendría una? Al día
siguiente se dispuso averiguarlo. No quería que sus papás se dieran cuenta de
lo que estaba haciendo, así que hizo su búsqueda en el colegio, usó dos recreos
para irse a la sala de computación, tuvo que engañar a sus amigos y decirles
que tendría que ir a la oficina del director a ver un tema con su mensualidad,
que no se preocuparan por él. Ya en los computadores no fue tan difícil encontrarla.
Gracias a Dios todo ese esfuerzo fue recompensado y ella tenía una de esas
páginas, no la veía hace años y cuando la vio parecía otra persona, su pelo más
corto, su cara más angosta, con facciones de mujer y no de niña, aunque siempre
sus mismos ojos. Luego de haber vuelto el segundo recreo a seguir mirando sus
fotos y de haber llegado a la casa y que su nana le preguntara qué le había
pasado, que por qué tenía la cara como roja y los ojos brillantes, luego de
tirarse en la cama y no hacer tareas y darse cuenta que había pasado horas
pensando en esas fotos y recordando e imaginando cómo sería verla ahora, sólo
ahí se dio cuenta que aún la quería, y que no lo había roto, ni se había
perdido, sólo estaba escondido.
Alejandra no se había dado cuenta de lo mucho que le gustaba
tomar fotos hasta que a uno de sus tíos que fue a verlos durante el verano del
2005 se le quedó su cámara fotográfica digital en la casa. Desde ese día, su
discman, su estuche y esa cámara se convirtieron en sus aliados dondequiera que
fuera, tomaba fotos a sus compañeras, a su pieza, y a su prima, su abuela, su
hermano y su mamá (todos vivían en la misma casa). Mayor bendición fue descubrir
una página de internet que se llamaba fotolog, donde podía subir todas esas
fotos que tomaba para que otras personas las vieran y comentaran (oh que maravilla
es esta nueva herramienta llamada internet, right?) En ese momento parecía una
gran idea, cuando lo volviera a ver en varios años más, todo le parecería
sumamente superficial y estúpido, pero en ese momento era feliz, y eso nadie se
lo podía quitar.
En junio del año 2005 Alejandra recibió un email, era de
Ricardo.
En junio del año 2005 Ricardo no aguantó más el seguir
pensando en Alejandra todos los días, todo el día. Le hacía mal a su rendimiento
académico, social y familiar. Sentía que tenía algo dentro de sí que iba a
explotar en cualquier momento y que no podía hacer nada para aquietarlo, en su
desesperación, pensó en escribirle algo en fotolog, pero todo el mundo lo
vería, no estaba tan desesperado. Una de las peores tardes, cuando sólo quería
tenerla al frente para decirle todo lo que lo estaba haciendo sufrir, y que la
odiaba por estar lejos, buscó en internet una forma de comunicarse con ella de
forma que nadie pudiera ver lo que le decía, y lo encontró, su dirección de
mail en fotolog, y decidió escribir un correo con todo lo que estaba sintiendo;
lo mucho que la quería, lo mucho que la extrañaba y como esperaba el momento en
que se volvieran a ver. Cómo iba a cumplir la promesa de casarse que se
hicieron cuando pequeños porque ahora quería, porque sabía lo que significaba y
quería eso con ella. Le escribió todo.
La primera vez que Alejandra leyó el correo se echó a
llorar. La segunda vez la rabia la inundó. Rabia porque le decía todas esas
cosas cuando estaban lejos uno del otro, cuando no podían verse. Rabia porque
la dejaba sola con la carga de haber provocado esos sentimientos en él y de
hacerlo sufrir sin poder hacer nada por remediarlo, rabia porque otra vez se
quedaba deseando una historia de amor que no era real y que no era para ella.
Con esa rabia le contestó; que ella no sentía lo mismo, que la disculpara pero
que en ese momento nada de lo que escribía tenía sentido, que eran muy chicos,
que no sabían nada del amor ni de casarse y que claramente no estaban
considerando la distancia que los separaría sólo Dios sabe por cuánto tiempo,
que perdón, que disculpa, pero que ella no sentía lo mismo.
Así llegó el invierno. Años después ella encontraría una canción cuya letra tendría mucho sentido con cómo ese invierno en particular se
desarrolló no sólo para ella, sino que también para Ricardo.
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